viernes, 17 de abril de 2009

El plan de salvación

El plan de salvación

El camino a la salvación que presenta el antiguo testamento es relativamente simple. Dios nos presenta una larga lista de reglas: como debemos vestirnos, que comidas y bebidas debemos evitar, cuales días no podemos trabajar, como debemos sacrificar animales, y así sucesivamente. Aquellos que obedecen fielmente dichas leyes reciben la bendición del dios del A.T; quienes no, se exponen a recibir sus innumerables castigos.

Sin embargo, en cuanto aparece Jesús, todo este sistema es dejado de lado. Solo para poner unos ejemplos: hace caso omiso de la ley acerca de no trabajar el sábado (Lucas 13:10-14, Juan 5:18), afirma que el amor a Dios y el amor al prójimo es más importante que cualquier número de sacrificios (Marcos 12:33), contradice la ley acerca del lavado ritual de las manos (Mateo 15:19-20), y dice que las leyes dietéticas (kosher) son inútiles, porque la comida no puede contaminar al hombre (Marcos 7:18). Como creen la mayoría de los cristianos, Jesús sustituyó algo muy diferente en lugar de las antiguas leyes: un sistema en el que la redención viene sólo a través de una transformación por la fe que se da a nivel personal, en lugar de la obediencia estricta a un conjunto rígido de normas. En el sistema de Jesús, "Amar a Dios" y "Amar al prójimo" son los dos mandamientos más importantes, y al parecer los únicos cuya obediencia debemos procurar en todo momento.

Sin embargo, si el sistema de Jesús era mejor, ¿por qué Dios no lo instituyó en primer lugar? ¿Cuál era el punto de crear todas esas leyes en el judaísmo para luego descartarlas tan solo unos pocos milenios después? Jesús dijo que sus dos mandamientos son los más importantes - así que ¿por qué no están incluidos en los diez mandamientos? ¿Por qué dar a Moisés el tan famoso decálogo cuando aquellos dos hubiesen sido suficientes?

Se pone peor para las creencias cristianas. Después de instituir cada uno de los mandamientos, el Antiguo Testamento repite el mantra: " esto mandó Jehová que los hijos de Israel les dieran, como estatuto perpetuo para sus generaciones, desde el día que él los ungió" (Levítico 7:36, 10:9, 23:14, 23:31, 23:41; véase también Números 10:8; 18:23). No sólo el Antiguo Testamento no da ningún indicio de que su pacto podría ser revocado o sustituido por otro, si no que dice claramente que estas leyes estarán en efecto para siempre.

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