sábado, 14 de febrero de 2009

El absurdo argumento de la finalidad cósmica

Finalizaré comentando brevemente otro caso de argumento teísta basado en una «lógica» que se aplica «solo cuando interesa», siendo que estas aplicaciones ad hoc son incompatibles entre sí. Me refiero al argumento de la «finalidad cósmica», defendido entusiastamente por Soler Gil en algunas cartas de este Círculo de Filosofía de la Naturaleza. En efecto, el argumento del diseño cósmico a través del principio antrópico fuerte contradice frontalmente la omnipotencia de Dios, porque la lógica de este argumento lleva a considerar que Dios estaría subordinado a las leyes ontológicas de la Física, la Química o la Biología, las cuales no puede cambiar a voluntad para que haya vida bajo cualquier tipo de situación (como el Dios tomista estaba subordinado al Bien y al reino de los universales posibles, y de ahí las críticas de Duns Escoto y sobre todo de Occam). No obstante, luego se defenderá, cuando interese, para tratar de legitimar la Teología Dogmática y Bíblica, que Dios puede violar cuando quiera, sin ningún tipo de problema, las leyes más elementales de la Física, la Química o la Biología a través de los milagros. Pero un Dios omnnipotente puede crear vida ex nihilo bajo cualquier condición física o química, entendidas como leyes que Él también ha creado a voluntad y que puede cambiar en cada momento. Según esto, el argumento del diseño cósmico apunta a un demiurgo que, desde luego, no es omnipotente, como no lo es el Dios óntico de Platón.
Resulta, pues, que para el principio antrópico fuerte, Dios no puede violar las leyes de la Física o la Biología, pero para hacer milagros, sí. Parece que, como mucho, la combinación del demiurgo que puede realizar milagros y del demiurgo detrás del principio antrópico fuerte nos conducen a un Dios que puede violar las leyes de la Naturaleza, pero también con moderación.
Por otra parte, el argumento tiene la misma lógica que partir de una foto, romperla en varios pedazos, fingir que se olvida que se ha partido de dicha foto, operar con sus trozos y sorprenderse cuando una y otra vez reaparezca la foto compuesta de nuevo. Es decir, al margen de sus contradicciones con la idea de un Dios omnipotente, el argumento teísta del diseño cósmico a través del principio antrópico fuerte no es más que un círculo vicioso absurdo. Y además, ¿por qué circunscribirlo a los hombres? ¿Por qué no hablar de esa finalidad cósmica para los animales en general? Más bien deberían sus defensores de hablar de «principio zootrópico fuerte», a menos, claro está, que estén presos de un profundo antropocentrismo metafísico, quizá porque piensen que el hombre es el rey y el motivo de la creación, que ha de esperar, mediante una vida virtuosa y de oración, la Segunda Venida de Jesucristo como Cosmocrator juzgador de los vivos y de los muertos.

Fragmento de una respuesta en el Círculo de Filosofía de la Naturaleza.

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