Y oyeron la voz de Jehová Dios que se paseaba en el huerto, al aire del día; y el hombre y su mujer se escondieron de la presencia de Jehová Dios entre los arboles del huerto.
Génesis 3:9
Mas Jehová Dios llamo al hombre, y le dijo: -¿Dónde estas tu?
Génesis 3:10
Y el respondió: -Oí tu voz en el huerto, y tuve miedo, porque estaba desnudo; y me escondí.
Génesis 3:11
Y Dios le dijo: -¿Quién te enseño que estabas desnudo? ¿Has comido del árbol de que yo te mandé no comieses?
Vamos a ver si nos entendemos señor Dios, ¿no les mandaste que se multiplicaran? ¿O quizá se los prohibiste después cuando les dijiste que no comieran del famoso arbolito? ¿Se lo ordenaste y se lo prohibiste al mismo tiempo? Para volverlos locos a los pobres, desconcertaditos debieron quedarse ante tu pregunta, respondieran lo que respondieran debían sentirse culpables. Aquí empieza la famosa tradición culpabilizadora del dios cristiano, hagas lo que hagas lo importante es que te sientas culpable.
Génesis 3:12
Y el hombre respondió: -La mujer que me diste por compañera me dio del árbol, y yo comí.
Génesis 3:13
Entonces Jehová Dios dijo a la mujer: -¿Qué es lo que has hecho? Y dijo la mujer: La serpiente me engaño, y comí.
Génesis 3:14
Y Jehová Dios dijo a la serpiente: -Por cuanto esto hiciste, maldita serás entre todas las bestias y entre todos los animales del campo; sobre tu pecho andarás, y polvo comerás todos los días de tu vida.
Que astuto el buen Dios, ya no pregunta a nadie más, sabe de antemano que si la serpiente anda por medio ya no hay que buscar otro culpable, pero no maldice al demonio disfrazado en la serpiente, maldice a la serpiente directamente condenándola a andar sobre su pecho, es de suponer que fue en ese momento donde la serpiente perdió las patas que antes debía tener. Seguramente Adán y Eva observaron en vivo y en directo a la creación por Dios de una nueva especie, la serpiente sin patas que se arrastraba y comía polvo.
Génesis 3:9
Mas Jehová Dios llamo al hombre, y le dijo: -¿Dónde estas tu?
Génesis 3:10
Y el respondió: -Oí tu voz en el huerto, y tuve miedo, porque estaba desnudo; y me escondí.
Génesis 3:11
Y Dios le dijo: -¿Quién te enseño que estabas desnudo? ¿Has comido del árbol de que yo te mandé no comieses?
Vamos a ver si nos entendemos señor Dios, ¿no les mandaste que se multiplicaran? ¿O quizá se los prohibiste después cuando les dijiste que no comieran del famoso arbolito? ¿Se lo ordenaste y se lo prohibiste al mismo tiempo? Para volverlos locos a los pobres, desconcertaditos debieron quedarse ante tu pregunta, respondieran lo que respondieran debían sentirse culpables. Aquí empieza la famosa tradición culpabilizadora del dios cristiano, hagas lo que hagas lo importante es que te sientas culpable.
Génesis 3:12
Y el hombre respondió: -La mujer que me diste por compañera me dio del árbol, y yo comí.
Génesis 3:13
Entonces Jehová Dios dijo a la mujer: -¿Qué es lo que has hecho? Y dijo la mujer: La serpiente me engaño, y comí.
Génesis 3:14
Y Jehová Dios dijo a la serpiente: -Por cuanto esto hiciste, maldita serás entre todas las bestias y entre todos los animales del campo; sobre tu pecho andarás, y polvo comerás todos los días de tu vida.
Que astuto el buen Dios, ya no pregunta a nadie más, sabe de antemano que si la serpiente anda por medio ya no hay que buscar otro culpable, pero no maldice al demonio disfrazado en la serpiente, maldice a la serpiente directamente condenándola a andar sobre su pecho, es de suponer que fue en ese momento donde la serpiente perdió las patas que antes debía tener. Seguramente Adán y Eva observaron en vivo y en directo a la creación por Dios de una nueva especie, la serpiente sin patas que se arrastraba y comía polvo.
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